martes, 8 de mayo de 2012

Recordando besos lejanos, con sabor a cercanía.

Pecas. Pecas pequeñas, infinitas manchas que recorren toda su cara. Imposibles de contarlas todas. Lo miro, y no aguanto mucho tiempo sin que me salga una mueca, finalmente arrebatada por un beso. ¿Y el pelo? Otro mundo diferente. Pasarle la mano por la nuca, es como comer Nutella sin abrir la boca. Suave y corto,su pelo  parece la piel de aquel borrico, que al morir quedó siempre en el corazón de su dueño Platero.
¿Por qué otra vez? ¿El destino? Quizás, pero sólo se que me encuentro otra vez con él, y lo veo más guapo que antes. La confianza ha aumentado, como cuando pasan los días en Gran Hermano. Y una cita con él, se me hace demasiado pequeña, demasiado pequeña para asimilar los diminutos detalles regalados, aquellos que más nos importan. Porque al fin y al cabo, aquello insignificante, es lo que más importancia daremos en un futuro. Y a él, antes no le daba nada de importancia, y ahora la sensación de ver su nombre parpadeando en la pantalla, hace que mi cuerpo vuelva a tener esa inesperada alegría de la que no me acordaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario