Me aburro en la charca y decido irme a mi rancho familiar. Qué sed tengo. Mientras bebo un baso de agua, miro desde lejos a un chico con su caballo pasando cerca de mi, pero él no me ve. Detrás suyo, lleva a una chica de pelo negro. "Qué envidia" pienso. A mi también me gustaría montar con ese pivonazo del pueblo.
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Vuelvo a mi casa, y empiezo de nuevo la rutina diaria. Despertador, desayuno, carrera para coger el autobús, instituto, comedor, vuelta al instituto ETC. Una simple conversación puede cambiar el aspecto que tengas hacia una persona, y a mi me ha pasado. Me llamó, y me dijo cosas que nunca podría imaginar. Se fijó en mi vestido del Sábado por la noche, y yo en su preciosa camisa. Me dijo que me quería montar a caballo, y que me estuvo llamando mientras iba a la charca. Y ahora es cuando lo entiendo todo. He perdido esa oportunidad. La oportunidad de sentirme como en Pasión de Gavilanes, aunque suene friki.
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Volvamos a la realidad; hora de cenar y relajarme en la cama. Pero hoy también me iré con ganas de haber montado en esa yegua tan bonita. Otra vez será. O eso espero al menos.
Muchas gracias! Claro que devuelvo :)
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