Seis meses de un maravilloso viaje que nunca nunca pero nunca olvidaré. Las mierdas de aquí allí desaparecían, la noche y el día se querían, se amaban, se juntaban y nosotros perdíamos la noción del tiempo. Resacas diurnas, baños nocturnos, tardes de trenzas y otras de piercings. Qué más puedo pedir que no sea volver a vivir aquello, cuando después de una macrofiesta un chapuzón a las ocho de la mañana era lo más normal del mundo, cuando bailar en una barra americana se convertía en un verdadero éxito para algunos, o cuando un simple beso en una zona VIP visto desde fuera podía ser tán doloroso como una muerte de tu padre?
Porque "somos del norte, la lluvia nos da igual", y porque "el chofer tiene tetas de mujer" os doy las gracias a todos y en especial a alguien por darme el mejor verano de mi vida, sin olvidarme del de 2012. Nadie superará nuestro viaje por mucho más dinero que paguen o por muchos balcones más que salten. Os quiero
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